MM es mi paciente, y más que mi paciente, es LA paciente. Una de esas morenas preciosas, con ese colorcito canela propio de la mujer venezolana, de facciones finas, sonrisa agradable y un bonito par de globitos de silicone implantados. Desde el primer momento en que llegó a mi silla, MM captó mi atención. Y la cuestión se puso aún más interesante cuando llegó el momento de anestesiarla. MM es extremadamente nerviosa, y tan pronto siente la aguja, hace la mejor imitación de Meg Ryan en "When Harry met Sally" en la escena del orgasmo. Todo un espectaculo. De a cuenta gotas, fui averiguando datos de ella, pero hacía falta algo que terminaría de saciar mi sed de MM: su Blackberry PIN. Como se cómo actúan y piensan las mujeres, especialmente las bonitas (y algo cabezahuecas), MM estaría a la expectativa de que yo hiciera mi movida y le dijera, con voz y actitud de interesante, ¿me das tu PIN?. Pero intenté hacerme el interesante, y decidí no pedirle el número, ni en la primera cita, ni en la segunda, ni siquiera en la tercera. Finalmente, después de más de un mes sin saber de ella, MM apareció en el consultorio, excusándose por la perdida, me contó del viaje que estuvo haciendo por Cancún (el cual noté al verle la piel bronceada) y otras ciudades de México.
miércoles, 29 de julio de 2009
...Sorpresa, sorpresa...
MM es mi paciente, y más que mi paciente, es LA paciente. Una de esas morenas preciosas, con ese colorcito canela propio de la mujer venezolana, de facciones finas, sonrisa agradable y un bonito par de globitos de silicone implantados. Desde el primer momento en que llegó a mi silla, MM captó mi atención. Y la cuestión se puso aún más interesante cuando llegó el momento de anestesiarla. MM es extremadamente nerviosa, y tan pronto siente la aguja, hace la mejor imitación de Meg Ryan en "When Harry met Sally" en la escena del orgasmo. Todo un espectaculo. De a cuenta gotas, fui averiguando datos de ella, pero hacía falta algo que terminaría de saciar mi sed de MM: su Blackberry PIN. Como se cómo actúan y piensan las mujeres, especialmente las bonitas (y algo cabezahuecas), MM estaría a la expectativa de que yo hiciera mi movida y le dijera, con voz y actitud de interesante, ¿me das tu PIN?. Pero intenté hacerme el interesante, y decidí no pedirle el número, ni en la primera cita, ni en la segunda, ni siquiera en la tercera. Finalmente, después de más de un mes sin saber de ella, MM apareció en el consultorio, excusándose por la perdida, me contó del viaje que estuvo haciendo por Cancún (el cual noté al verle la piel bronceada) y otras ciudades de México.
Mi vecino es John Jairo Cullen
Después de haber leído Twilight, me quedó en la mente que los vampiros sí existen, es más, uno de ellos vive junto al lado de mi apartamento. Pero éste no es el típico vampiro que describe Stephenie Meyer en sus novelas. Esta es la versión Cachaco-dark-Underground Style de un chupasangre. En principio, tiene ciertas características que comparte con los misteriosos habitantes del pequeño pueblo de Forks. Es como si Carlisle Cullen se fue de rumba de Springbreak a Cartagena, y allá sació su sed de sangre con un tipejo Bogotano ebrio. La blancura extrema, los ojos oscuros, ropa negra, una mirada misteriosa y la delgadez raquítica de un prisionero judío en Auschwitz. No es joda, el tipo da miedo.
Por cosas de la vida, siempre que me consigo a John Jairo es en el ascensor. Y peor aún, siempre me lo consigo, o a muy altas horas de la noche, o muy temprano en la mañana (algo que corrobora mi teoría vampírica). Imagínense llegar a las 4:30 de la mañana después de una noche perfectamente decadente de rumba y whisky, confiado de que lo único que nos vamos a conseguir es la cama para dormir la pea, que de repente, al abrirse el ascensor, ¡sorpresa!. Está John Jairo parado con su cara pálida y ojos ojerosos de muerto viviente, esperándome en la puerta de mi casa. Da pena, pero en verdad, no puedo ocultar el miedo y la impresión que me da verlo a esas horas de la vida. Con la boca seca y el corazón palpitante, sale un buenas noches tímido que John Jairo devuelve con una gesto tenue y amarillento que, supongo, fue la mueca de una sonrisa, acompañada de un hasta luego. Si no fuese porque en contadas ocasiones lo he visto expuesto al sol (y no resplandece como los Cullen), en verdad pensaría que es un autentico vampiro. Sólo por precaución, la próxima vez que salga a rumbear, me recordare de llevar un crucifijo, un frasquito de agua bendita y una cabeza de ajo metidos en el saco, no vaya a ser que agarre a John Jairo con hambre y me chupe la sangre.
martes, 28 de julio de 2009
...catchy tunes...
I bet you pick it up and mess around with it
If I put it down
It gets extremely complicated
Anything to forget everything
You got to take me out
At least once a week
Either I'm in your arms
Or I'm at your feet
I know exactly what you're thinking
You won't say it now
But in your heart it's loud
Oh no, my feelings are more important than yours
Oh, drop dead, I don't care, I won't worry
There you go
Oh, the razor blade
Wish it would snap this rope
The world is in your hands
Or it's at your throat
At times it's not that complicated
Anything to forget everything
He would never talk
But he was not shy
She was a street-smart girl
But she could not lie
They were perfect for each other
Say it now
Cause in your heart it's loud
Oh no, my feelings are more important than yours
Oh, drop dead, I don't care, I won't worry
Ayh
Sweetheart
Your feelings are more important of course
Of course
Everyone you wanted
Everything that we would take from them
I don't wanna know, I don't wanna know
Tell me, tell me, tell me, tell me
no, don't, okay
domingo, 26 de julio de 2009
De los dolores femeninos y otras calamidades
Parece mentira, pero después de muchos intentos e invitaciones fallidas para vernos, M finalmente accede. Dado el antecedente que tiene el personaje, en cuestiones de invitaciones y proposiciones, una parte de mí está constantemente a la defensiva, o a la espectativa de que, tarde o temprano, va a salir a relucir el desgraciado "oye, lo siento, pero es que...". Esta no fue la excepción, sin planificar mucho, y sin hacerme muchas ilusiones, me hice a la idea de que pasado el mediodia, M estaría safada de sus obligaciones familiares, y nos reuniriamos para tratar ciertos temas académicos, y con buena suerte, los personales también. Lo que parecía un buen augurio, un mensaje de Blackberry enviado a penas hora y media pasado el mediodia (si conocieran al personaje, me dirian que fue cuasi inmediato a la hora acordada) me informaba que estaba en camino a recoger ciertas pertenencias, y siguiente, tomaría rumbo a mi casa. Lo que comienzo a pensar, es que a M le causo un efecto nocivo, es como si el pensar en verme, o hablar conmigo, le causa cierto efecto psicosomático, que inmediatamente se convierte en una dolencia corporal, que siempre comienza con una pastilla, y termina con un mensaje, al día siguiente, en el que dice cuánto lamenta no haber podido asistir al encuentro programado.