domingo, 26 de julio de 2009

De los dolores femeninos y otras calamidades


Parece mentira, pero después de muchos intentos e invitaciones fallidas para vernos, M finalmente accede. Dado el antecedente que tiene el personaje, en cuestiones de invitaciones y proposiciones, una parte de mí está constantemente a la defensiva, o a la espectativa de que, tarde o temprano, va a salir a relucir el desgraciado "oye, lo siento, pero es que...". Esta no fue la excepción, sin planificar mucho, y sin hacerme muchas ilusiones, me hice a la idea de que pasado el mediodia, M estaría safada de sus obligaciones familiares, y nos reuniriamos para tratar ciertos temas académicos, y con buena suerte, los personales también. Lo que parecía un buen augurio, un mensaje de Blackberry enviado a penas hora y media pasado el mediodia (si conocieran al personaje, me dirian que fue cuasi inmediato a la hora acordada) me informaba que estaba en camino a recoger ciertas pertenencias, y siguiente, tomaría rumbo a mi casa. Lo que comienzo a pensar, es que a M le causo un efecto nocivo, es como si el pensar en verme, o hablar conmigo, le causa cierto efecto psicosomático, que inmediatamente se convierte en una dolencia corporal, que siempre comienza con una pastilla, y termina con un mensaje, al día siguiente, en el que dice cuánto lamenta no haber podido asistir al encuentro programado.

Con esto no quiero decir que nunca he sufrido de un dolor de cabeza arrecho, porque los he tenido. Simplemente, desato mi furia. Precisamente, me viene a la mente una escena de la película "what women want", donde Mel Gibson propone usar un analgésico Advil para disfrazár la coartada de una mujer que alega un dolor de cabeza para no tener relaciones con su pareja. ¿Es que acáso esa será la táctica de M?. ¿Cuántos de los dolores y achaques de las mujeres, no los usan como coartadas para librarse de algo o alguien, y siempre quedando con la politesse y los ojos de víctima de una cría de leopardo, cuya madre acaban de matar?

Misterio.

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